Estamos orgullosos de haber aportado para que el sistema siguiera funcionando
¿Han mantenido los minoristas al sector pesquero debido a la ausencia de la hostelería y la restauración
comunitaria?
Hay una parte de minoristas que decidió no trabajar durante mucho tiempo, por lo que los que lo hemos hecho nos hemos tenido que
multiplicar durante horarios maratonianos y llevando el pescado a la gente porque tenía miedo de salir, ya que entendíamos que era
nuestra obligación.
¿Cree que esta labor ha sido reconocida?
No esperábamos ser reconocidos porque no somos sanitarios y no hemos salvado vidas, pero estamos muy orgullosos de haber aportado
nuestro granito de arena a que el sistema siguiera funcionando, pero podría decir lo mismo de los que se dedican a salir al mar,
a la agricultura, a la carne o a los supermercados. A nadie le obligaban a venir a trabajar, era una cuestión de carácter. Hubo
mucha gente que decidió no hacerlo porque el miedo es libre, pero los que lo vinimos lo hicimos lo mejor que pudimos.
¿Cómo repercutió esta situación en la oferta de la lonja?
Hubo muchos barcos que pararon porque no tenían equipos de protección y es muy difícil mantener las distancias de seguridad a bordo,
pero no estamos de acuerdo en las declaraciones del presidente de Pescagalicia, Torcuato Teixeira, sobre que los armadores vendían
la merluza del pincho a cinco euros y los comercializadores la vendíamos a quince o dieciocho. Eso es mentira y es tirar piedras
contra el tejado ajeno, ya que es lo mismo que decir que nos estamos haciendo ricos. Podremos comprarla un día a catorce y otro a
ocho, porque la oferta y la demanda es así en el muelle, donde hubo días en que la demanda no fue muy fuerte porque la restauración
no funcionaba.
¿La venta de pescado ha caído durante las últimas semanas?
Al bajar el número de minoristas que trabajaron y la parada de algunos barcos, yo diría que el volumen de ventas ha descendido.
¿La demanda de los consumidores ha sido la misma?
La gente tenía mucho miedo a salir de casa y a meterse en lugares cerrados, mientras que la venta por los pueblos ha sido más
dinámica porque es más fácil al hacerse desde una furgoneta, mientras que en las pescaderías ha habido que entrar de uno en uno
y hacer colas.
¿También se notó el cierre de la hostelería?
Tengo muchos compañeros que sirven a bares y restaurantes y se ha notado muchísimo. El consumidor final lo que quería es que le
facilitaras todo, por lo que llamaba y pedía que le llevaras el producto a casa. Ese servicio extra que en otra ocasión no se daba,
se hizo ahora y con él hemos mantenido nuestra clientela y creo que nos hemos ganado su aprobación.
¿Confía en que la recuperación sea rápida o teme que aún haya muchas dificultades?
Me encantaría que fuera rápida, pero la realidad indica que va a haber un problema social y económico grandísimo en este país al
que no vamos a ser ajenos nosotros. Todos tenemos familiares y amigos que se han quedado sin trabajo y que va a ser difícil que lo
recuperen o que no caigan en la precariedad laboral. Espero que todo se recupere lo antes posible, pero a este país le va a costar
bastante porque depende muchísimo de la hostelería y el turismo, que van a tardar bastante en normalizarse.